
No decidas abandonar tus montes y tu cielo,
no cierres el mapa en tus manos,
No te salves y si lo haces, no lo hagas conmigo.
Yo seguiré en mi rincón tranquilo,
sentada junto a mi vaso de sensaciones,
mirando la linea, siempre en medio.
Caminaré como no lo hice ayer, despacio,
con los pies bien juntos, uno al lado del otro.
Voy a arroparme en mi, en mis brazos,
segura de que si mi vaso se llena o se vacía
yo abriré de nuevo los ojos
para no acostarme sin ver la luna,
para no mirar el mar sin hundirme en él,
para no sentarme en el acantilado sin hacer volar mis pies.
Luego volveré a mi rincón tranquilo,
me sentaré con mi calma,
me sentaré junto a mi vaso,
medio lleno, medio vacío.
Y esperaré, alguien se sentará conmigo,
tranquilo, silencioso, sin invadirme,
cuidando de que ni una sola gota se derrame,
cuidando de que mi vaso no muera de sed.
Por eso, tu no te salves.
No te salves conmigo,
Tampoco me salves a mi,
no podrá no importarme luego echarte de menos.
Y ni el mar, ni la luna, ni el viento podrán indicarme el camino de regreso.